jueves, 23 de abril de 2015




Un viaje interior con desplazamiento físico 

Para ver en Youtube: 




Mi nombre es Rafa y te estoy te voy a contar de un viaje que hice por primera vez, hace como veinte años atrás. En aquel entonces, recuerdo que fui con un expectativa bien diferente a la realidad con la cual me encontré cuando llegué a Janajpacha. Así se llama la comunidad ubicada en el valle de Cochabamba, en la frontera entre la selva y los Andes. Por suerte, mis aventuras anteriores como mochilero, me había enseñado a recibir con agradecimiento a lo inesperado.
Aquel papel con el itinerario que me había dado mi amiga Elisabeth, decía: “Curso de chamanismo andino y viaje ceremonial a Machu Picchu”.
-Tomá Rafa. Me lo dieron en el taller al que asistí el fin de semana pasado. Y si estas planeando ir a Machu Picchu, capaz que te puede interesar esto.
-¿Y quiénes son? –le pregunté mientras leía el itinerario.
-El chamán se llama Luis Espinosa y le dicen Chamalú. A mí me gustó su propuesta, pero no puedo decirte mucho más, porque en realidad no sé.
-La verdad es que me seduce lo del viaje ceremonial a Machu Picchu. Seguramente sea mucho más rico que ir como turista común. Ahora, lo del curso de chamanismo, no sé, me de curiosidad pero no tengo idea de lo que pueda ser.
En aquellos tiempos yo me venía devorado los libros de Carlos Castaneda, en los que relata su experiencia como aprendiz de Don Juan, un brujo Yaqui que vivía en el desierto de Sonora. Mi imaginación, que no es poca, se disparó, y ya me veía viviendo aventuras por el estilo.
-Mirá, leé este libro –me ofreció Elizabeth- lo compré a la salida del taller. Es uno de los que escribió Chamalú. Te puede dar una mejor idea de quién es. Además, si te fijás, hay un teléfono de Cochabamba, aquí al final de la hoja. Podes llamarlos antes de largarte, si te decidís por ir.
                Durante la semana que siguió al encuentro con Elizabeth, leí el libro Guaira, que resulto ser una recopilación de cartas dedicadas a su hija que estaba por nacer. Me gustó mucho. Estaban escritas desde un corazón abierto a lo simple y sagrado de la vida.
No lo pensé mucho más. Llamé por teléfono a la comunidad y pregunté si me podían recibir. Quince días después estaba aterrizando en Cochabamba para participar de una semana de “chamanismo andino” y la posibilidad de una peregrinación a Machu Picchu.
                Al llegar me encontré con un aeropuerto que se parecía más un galpón, aparentemente dominado por el caos, pero me junté con mi mochila sin mayores inconvenientes. Salí a la calle a esperar a que me vinieran a buscar y fumé mi último cigarrillo. En el folleto decía bien claro que dentro de los límites de la comunidad no se podía fumar ni consumir alcohol ni cualquier otra droga. ¡Una buena oportunidad para dejar el pucho! Me dije. Además la comida sería exclusivamente vegetariana. Bueno, por unos días podía prescindir de la carne, no era nada grave. Estaba bien dispuesto a aceptar lo que fuera que me tocara vivir. Aunque siempre desde una posición crítica y el suficiente escepticismo como para no comprar cualquier mamarracho.
                No voy a contarles detalles de mi experiencia en la comunidad Janajpacha, porque creo que es algo para que cada uno lo viva a su manera, sin ser contaminado por otro. Sí, les puedo contar que me encontré con un grupo grande de personas de muchas nacionalidades, todos buscadores, ciudadanos comunes de todas las edades. Y que pasamos juntos por muchas pruebas y escuchamos sabiduría de boca de un hombre, simple, de pocas y certeras palabras, de mucho sentido del humor y mucho “sentido del amor”.
                También es justo que les cuente que algunas pocas personas se distrajeron con los detalles. No entendieron que quien oficiaba de maestro es un hombre como cualquier otro, aunque con un camino recorrido, original, y con mucho para compartir. Otros se perdieron de disfrutar de la belleza del lugar, por el apego al confort y a la incapacidad de adaptarse a la riqueza que tiene una cultura diferente.
                Aquel viaje a Bolivia y Perú, terminó siendo para mí, más que un desplazamiento físico, un viaje interior. No volví siendo el mismo. De alguna manera mi capacidad de cómo percibir la vida, cambió. Desde entonces, mi “mochila” está más liviana y sobre todo, me reencontré con mi espiritualidad.
                Volví a Janajpacha varias veces, y este 20 de Junio del 2015 quiero festejar el Iniraymi (la fiesta del sol), año nuevo de los indígenas, allá, en los Andes.
Te estoy invitando a ir juntos. ¿Te animás?

Escribime a morelli@adinet.com.uy si querés regalarte este viaje. 
Vamos juntos el 20 de Junio 2015

Rafa




viernes, 13 de febrero de 2015

¡6º en el ranking de ventas de Amazon!


 Los Siete Portales


 "Vivir la vida es como correr una ola. Hay que animarse, observar y aprender, esforzarse y estar en el mejor estado físico posible, saber esperar, estar en el lugar justo en el momento preciso y por sobre todo, ¡disfrutar mucho del proceso!"

Un abrazo de ola para todos

Rafa

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Rafa@eltaodelasolas.com
www.eltaodelasolas.com
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martes, 3 de febrero de 2015



En Noviembre del año pasado volví a leer "Juan Martín Delfín" después de dos años de haberlo publicado, y ¿saben qué? ¡Me gustó! J
Esto de leer un cuento que dejé “reposar” durante un tiempo, es una experiencia nueva para mí. Es como que lo hubiese escrito otro y me permitió meterme en la historia desde una perspectiva nueva.
Eso sí, me quedé con ganas de que Juan Martín profundizara en algunos temas con Fede, aunque tampoco quería que se convirtiera en una cuento largo. Así que lo reescribí para satisfacer las exigencias de ese lector tan particular, que es el propio autor.  
Ahora me encantó como quedó el cuento. Ojalá que a ustedes también les guste.
Comparto uno de los capítulos nuevos de "Juan Martín Delfín":

Juan Martín Delfín

EL PROPÓSITO

Flotamos en silencio por un largo rato. El mar respiraba en grandes ondas que nos llevaban de la cresta al valle en una danza fluida acompasada a su ritmo.
―No sé por qué y para qué estoy aquí delfín ―se animó a decir.
―Estas aquí para disfrutar de correr olas.
―No, no… yo me refiero a, aquí, en la vida. No sé cuál es el propósito de mi vida?
―Sí, claro que te entendí, y te contesté que estamos aquí para disfrutar de correr olas.
―No me entiendes. Solo un surfista profesional puede decir que el propósito de su vida es correr olas, y yo no soy un profesional, yo solo me doy el gusto de practicar el surf durante mis vacaciones o alguno fin de semana que otro durante el resto del año.
―Fede, el mar es imagen de la vida. Como es en el mar es en la vida. Quizás no sea evidente para ti, pero créeme cuando te digo que somos en gran parte agua y ésta da soporte a una parte importante de nuestra vida. La inteligencia divina se manifiesta de muchas maneras y una de las que más nos influye es el agua.
―No logro captar a donde quieres llegar con ese postulado, que si bien puedo comprender, no entiendo que tiene que ver con mi inquietud, querido delfín.
―Usa tu imaginación Fede. Imaginar es el primer estado de la creación, y todos podemos crear nuestra realidad. Y antes de que tu mente me interrumpa con la avalancha de refutaciones, te digo que la realidad en la cual vivimos depende de la forma en que nos aproximamos a la vida. Fíjate cómo cada ola es un evento, una oportunidad, una experiencia, un amor, un proyecto, una tarea, un compromiso, un problema… Tomás una, dejas pasar otra, elegís en cada instante, mantienes el equilibrio, te juegas la vida, la gozas, te caes, te levantas y vuelves a barrenar la siguiente ola.
―Puedo ver la analogía, y está buena.
Federico levantó su mirada al cielo. Vio el infinito, surcado por nubes que tomaban formas de seres: una cara, un ave y un tigre aparecían y se desvanecían en un continuo devenir. Dejó que el silencio lo llenara de vacío hasta saciarlo por completo.
―Entiendo delfín, todo depende de mi actitud, de cómo me pare frente a un evento. Puedo enojarme y resistirme o puedo fluir y disfrutar, es mi elección. Lo mismo que hago aquí en el mar. Yo decido que ola tomo y que ola dejo pasar, yo elijo el lugar en donde la espero, y por sobre todo yo elegí tirarme al agua. Bien podría haberme quedado en la orilla contemplando con temor la bravura del océano. Pero una vez, un día decidí tirarme al agua y aprender a disfrutar del esfuerzo que implica sortear las olas que custodian el pico. Disfruto aprendiendo de cada nueva dificultad que me plantea el mar. Cada fracaso no es más que una anécdota divertida que precede al siguiente intento. Cada logro me abre la puerta a un cielo aún más estrellado que el anterior.
―¡Ya comienzas a ver como un delfín, Fede! Bienvenido al estado de conciencia que la abuela Zulma llama “todosjuntos”.
―Sabes que creo que sé a qué te refieres.
―¡Claro que lo sabes! Ese es el propósito de todos. Como las gotas de agua que forman las nubes y solo cuando se unen bajan a la tierra para seguir uniéndose con otras gotas y forman arroyos que convergen en ríos y fluyen al océano.
―¿Algo así como que el propósito está en unirme a otros?
―Casi que lo tienes, pero no completamente.
―¿Qué quieres decir con que no está completo?
―Te falta aprehender el hecho de que “el otro” es otro “tu”. Tengo entendido que en la lengua de los hombres con quienes mis ancestros solían tener amistad, se dice In Lak’ech.
―In Lak’ech ―repitió Fede mientras su cuerpo entero asimilaba el concepto ―In Lak’ech… Mi propósito, encontrarme en “el otro”…, todosjuntos, fluyendo como ríos al océano.
―Así es Fede. ¿Te lo puedes imaginar? ¿Te puedes imaginar a todos los humanos comulgando en estos colores?
―Lo veo, sí lo veo, y todo es pura belleza, pura vida, todo es perfecto.
―Así es hermanito; no es un secreto para nadie; todos los seres vivos lo sabemos, solo que ustedes los hombres lo olvidaron.
Esa noche Fede soñó el “sueño del delfín”; en que la individualidad se disuelve en el todo.


El libro se puede adquirir en Amazon

¡In Lak’ech!

Rafa